A Eugenio Montale se le ocurrió un día que un poema suyo se tradujera al árabe, del árabe al francés, del francés al polaco y así sucesivamente hasta volver al italiano, sin que cada traductor conociera el original sino solo la versión precedente. El resultado fue un desastre para algunos y de una extraordinaria fidelidad al original para otros. ¿Qué pensar? Borges lo tenía claro: es el lector «quien debe ser traducido». Y Philip Larkin también: «No veo que uno pueda llegar a dominar una lengua extranjera hasta el punto que valga la pena leer poemas en ella…Yo las lenguas extranjeras las considero absolutamente impertinentes. Un escritor solo puede tener una lengua, si es que la lengua le importa algo».
Yo he usado Google Translate para seguir los pasos de Montale. Este poema ha quedado convertido en esto:
Muchas tardes de lectura de Baudelaire.
Endiabladamente difícil de cumplir.
Batallas con mi padre
No entiendo
¿Por qué llamar a
Aupick no Quintana.
Empecé esta temporada
Búsqueda en las montañas
Para el amante.
A Loja.
Fue entonces cuando me di cuenta de
Y que la abstinencia no es para mí.
El belga, que perdió a su novia.
Pero Quintana
Poeta burguesía local.
El hombre que se aburre
Lo que quieras
En lugar de la itinerancia
Escribe poesía. Alguien
Poco a poco, la adopción
No hay escasez
Por suerte:
Y menos
historia de la literatura.
En resumen, que vio
Es una vergüenza.